05/05/2024: En las laberínticas calles de Barakaldo, donde las delicias culinarias acechan en cada esquina, me topé con una joya escondida que me dejó en un estado de éxtasis gastronómico. Ubicado discretamente entre la multitud de restaurantes, me topé con un restaurante venezolano que me atraía con promesas de autenticidad y sabor. Fue un golpe de suerte, un encuentro fortuito que atesoraré para siempre.
Cuando entré en este oasis culinario, mis sentidos quedaron inmediatamente envueltos por los tentadores aromas que emanaban de la cocina. El ambiente irradiaba calidez y encanto, invitando a los clientes a embarcarse en un viaje culinario como ningún otro. El menú, un tapiz de delicias venezolanas, insinuaba la artesanía culinaria que aguardaba a mi paladar ansioso.
Mi viaje comenzó con la pieza de resistencia: las empanadas. Tres rellenos diferentes que es difícil decir cuál es mejor. Hechos a mano con amor y precisión, estos deliciosos paquetes de alegría fueron elaborados a la perfección, cada pliegue es un testimonio de la habilidad de los artesanos detrás de escena. La anticipación era palpable mientras esperaba su llegada, mis papilas gustativas bailaban con anticipación.
Cuando finalmente adornaron mi mesa, bien calientes y rebosantes de bondad, supe que me esperaba un placer. La corteza dorada, delicadamente crujiente a la perfección, dio paso a una sinfonía de sabores en su interior. Cada bocado fue una revelación, una maravillosa combinación de sabrosos rellenos y corteza que me dejó con ganas de más.
Mientras saboreaba cada bocado, no pude evitar maravillarme ante la dedicación evidente en cada aspecto de este paraíso culinario. Desde la minuciosa preparación de las empanadas hasta la cálida hospitalidad brindada por el personal, era evidente que esto era más que un simple restaurante: era un trabajo de amor, un testimonio de la pasión de quienes lo llamaban hogar.
Dejando atrás los restos de mi comida, partí con un nuevo aprecio por los tesoros culinarios de los que el País Vasco podía aprender. Sin embargo, cuando me aventuré de nuevo a las bulliciosas calles, supe que este no sería mi último encuentro con este paraíso venezolano. Con la promesa de regresar y explorar la infinidad de sabores que me esperaban, me despido de esta joya escondida, contando ya los momentos hasta que nuestros caminos se crucen una vez más.
05/05/2024: Muy buena comida casera y buen servicio aunq la pobre le hacían falta un par de manos