Ochenta Grados - Montecarmelo en Madrid

Comida muy rica. Buena relación calidad precio. Repetiremos

Hoy cené en la terraza y ha sido una experiencia digna de una reseña 5 estrellas. El equipo de camareros muy amables y atentos, especialmente Rolando.

Comida diferente y muy rica. El servicio un 10

Comida buena y con buena presentación, atención por parte del personal genial y la decoración espectacular.. Por poner una pega los vermút no tenía más cantidad que un chupito, eso sí a 4.5€.

Local amplio, de techos altos pero decorado con poco gusto. Algo impersonal. Tienen menús de medias raciones con varias opciones, originales, bien presentadas pero algo escasas

Muy buena cocina e increíble servicio, sobre todo de Nathalie, super atenta y rápida.

Nathalie nos trató de maravilla , ha sido una experiencia maravillosa y volveremos de nuevo !!

Una muy buena experiencia, muy recomendable. Una cocina diferente con la oportunidad de disfrutar de una serie de platos muy bien elaborados y sabrosos. Ambiente agradable y servicio excelente

Hacía años que no iba pero me ha vuelto a gustar mucho. Comimos menú que tiene un precio de 14,9€ y está súper bien. Un primero frío, otro caliente, un segundo y un postre. Todo variado y aunque son raciones pequeñas es más que suficiente. Súper rico el salmorejo, la ensaladilla, los huevos rotos, la empanadilla y el postre de galleta.

Ya había estado en el de Malasaña y ya sabía que sacaban todos los platos a la vez, así que, cada vez que voy al de Montecarmelo, intento ponerme en una mesa más grande porque si no es agobiante. Por trabajo suelo ir, y con amigos porque es un punto de encuentro que nos gusta por la decoración, pero creo que hay algunas cosas mejorables. Eso de que el local esté vacío un día entre semana y te digan que tienes que irte en hora y media y te retiren los platos corriendo es bastante feo, la verdad. La comida está bien, no es nada del otro mundo, pero está bien y al ser platos pequeños te da la oportunidad de probar muchas cosas, pero resulta un tanto estresante cenar así, con una mesa abarrotada de platos, ya sean fríos o calientes, una persona retirando todo constantemente y mirando el reloj para que no te llamen la atención.