Arcs Restaurant en Tarragona

Como siempre, no defrauda. Platos tradicionales pero con el sello de autor que los hacen únicos. Cocina de mercado y de proximidad. Además, un servicio atento y comprometido con el comensal. ¡Y volveremos!

Un lugar con mucho encanto, si buscas comida típica , local y km cero este es la mejor opción. Una excelente relación calidad precio con los vinos, bebimos Petites Estones negro y la sugerencia fue perfecta de parte de la camarera. Repetiremos.

Hemos comido allí y ha sido una experiencia inolvidable en todos los sentidos. Disponen de una carta variada y muy completa, con platos que despiertan los sentidos solo con leer su descripción y contenido. Y desde luego, cuando pruebas cualquiera de ellos, exceden las expectativas creadas. Los puntos de cocción, las texturas, los sabores, de todos los platos, desde los entrantes y los segundos platos a los postres, son realmente sublimes. Sumando a esto, la sencillez, la pasión y la profesionalidad demostrada por los propietarios y el resto del equipo durante el servicio, la experiencia ha sido extraordinaria. Gracias! Volveremos.

Mi amigo y yo estuvimos allí en marzo. La comida era deliciosa y el personal era encantador. Pedimos el menú sorpresa y una botella de vino recomendado. Fue bueno y disfrutamos de nuestra cena.

Comimos de menú. Comida excelente, los canelones de pato una delicia, el entrante de crema de marisco con trigo resulta en una mezcla deliciosa. El servicio muy bueno. Fuimos con nuestra hija de 3 años y el trato fue estupendo. Muy agradable el espacio compuesto por arcos y piedra antigua y un pequeño toque de decoración que le aporta luminosidad.

Totalmente recomendado , platos cuidados, sabrosos y con cantidad adecuada. Destacaría el ceviche a la catalana, el tartar de salmón y atún, el tataki de ternera y los canelones de rabo de ternera. Un lugar a tener muy en cuenta si estás en Tarragona.

Se come bien ,lugar tranqui....buen precio.....muy bien.

Callejeando entre rincones y leyendas llegamos a este precioso restaurante compuesto a partes iguales al 50% de piedra e historia. La catedral y algún milenio que otro son testigos, y eso no pasa desapercibido. Discreto cuando lo encuentras. No hace ostentación de lo mucho que encierra. Es como si le diese vergüenza ofrecerse al exterior. Nada más entrar te das cuenta que accedes a un local distinto, cuidado y acogedor iluminado con idéntica intención. Parando y calculando los tiempos te acompañan a la mesa, te ofrecen ver las opciones de carta y explican, si es necesario, este o aquel detalle de algún plato concreto. Nos decidimos por compartir unas cocas de pan de centeno con sardina ahumada, berenjena, cebolla confitada con pimienta rosa y gratén de queso de Albió, fondo de crema de albahaca y piñones y foie curado a la sal con sus confituras. Al advertir que se trataba de platos compartidos tuvieron el detalle de separar la preparación de ambos, así cada uno pudimos disfrutar de forma individual de cada opción. Muy buena la sardina, aunque de discreto sabor entre el aporte que otorgan ingredientes como la berenjena, la cebolla caramelizada o el queso gratinado, pero esto es una percepción personal. Bocado contundente. El foie juega la Champions, y las mermeladas son de otro nivel. Aquí sí que te dejas llevar por las frutas o las flores, la de sabor a violeta es particularmente exquisita. En los segundos creció el nivel. Solomillo de vaca madurada con salsa de brandy y cabrito deshuesado y cocido a baja temperatura. Ambas carnes increíbles, pero lo del cabrito es otro cantar: buenísimo, rodeado de una salsa y avellanas troceadas que recogían a la perfección el saborazo de la carne. De 10. Unos canutillos de arroz con leche, crema de vainilla y helado de canela como punto y final. Agradecer la extensa opción de vinos, no siempre fácil de encontrar. Amplitud geográfica de caldos y opciones para todos los gustos. Detalles como el cambio de cubiertos entre platos o el servicio esmerado y calidez en el trato a mencionar. Lo sencillo que es hacer las cosas sin alborotos y procurando trabajar de un modo cercano y correcto. La relación calidad precio me pareció muy buena. No hablo de dinero al considerarme un caballero, pero sí observaré que la calidad bien trabajada se paga. Al contrario que con la educación, el esfuerzo se valora y no se regala nada, aunque el estudiante de a pie se crea lo contrario. Lugar para volver, sin ningún género de dudas.

Un lugar especial en el casco de Tarragona,la comida muy buena y muy buen trato,calidad precio muy buena, conveniente reservar.

La ubicación es muy buena y el interior del restaurante es muy acogedor, estuvimos muy agusto. A eso hay que añadirle que la cocina es muy elaborada y se nota que el producto es de alta calidad, salimos de comer muy satisfechos, aunque es cierto que nos pareció bastante caro...